Un carnaval ¿romano?

Aunque no está demasiado claro, mucho estudiosos dicen que los carnavales en su origen tienen cierta relación con las fiestas que celebraban los romanos.

Por otra parte, y aquí si que no hay duda ninguna, es el mágnifico legado romano que hay en Mérida y las infintas posibilidades, en gran medida desaprovechadas, que esto supone para la ciudad.

Pues bien, nos encontramos con una fiesta con una gran vinculación al mundo romano y una ciudad que rebosa el pasado de los Césares por los cuatro costados. Es decir parece más que evidente que una gran oportunidad de que nuestro carnaval alcance su propia identidad, a la vez que le permita una mayor expansión, es relacionarlo muy directamente con las carácteristicas típicas de las fiestas romanas: en cuanto a decoración gastronomía, forma de vestir, de beber. O lo que es lo mismo hacer lo que se dice unas bacanales carnavalescas.

De alguna manera esto se intentó en el año 1.999, como medida para tratar de reactivar el carnaval que en aquellos momentos pasaba por sus horas más bajas. Y en la intentona hubo cosas que se hicieron muy bien, como la espectacular decoración: con una portada romana, guirnaldas, antorchas, columnas... Pero los dioses no quisieron estar de nuestra parte, pues un intensísimo frio, unido al vandalismo, y a quizas a poca promoción, supusieron una balance final inferior al esperado.

La idea no era mala, pero en lugar de seguir continuando en esa línea mejorando los defectos detectados y aportando nuevas orientaciones, se decidió que el carnaval de romano únicamente quedase el nombre.

Mientras tanto tenemos un carnaval que no acaba de definirse por una identidad clara: por un lado tenemos unas comparsas y chirigotas claramente emulando al carnaval gaditano, unos grupos de desfile más bien orientados al estilo de Badajoz e incluso unos drag queens que parecen más propios de las Canarias. En definitiva un popurrí de cosas, que no digo que esté mal ni bien, pero el caso es que la fiesta por mucho que queramos no acaba de despegar (y que no me vengan con el topicazo de que el pueblo de Mérida ya ha demostrado que no quiere carnaval, pues al pueblo tu dale "pan" y ya te diré yo como responde el pueblo).

Y así llevamos ya 30 años, y no digo que haya que acabar con nuestras cosas de un plumazo; no podemos obligar a que las comparsas y chirigotas se vistan de romanos, ni que los grupos de pasacalles se conviertan en las legiones, pero si que sería bueno apostar por introducir un plato fuerte de caracter romano en el programa, que sea capaz de atraer gente. Una especie de Nundinae. No tenemos muchos recursos económicos pero creo que con ideas y ganas se podría hacer algo digno: involucrando al consorcio, a la empresa municipal de Turismo, a los artesanos de la ciudad...Solo hace falta creerselo y hacerlo.

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